Trabajo de Investigación n° 39 - page 10

Trabajo de Investigación Nº 39 – Octubre de 2011
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Esta distinción es relevante por cuanto toda la institucionalidad en ambos lugares está
armada desde esos traumas culturales: la Reserva Federal tiene un mandato que la
compromete con el nivel de actividad y el empleo y la Unión Europea con la estabilidad de
precios. A partir de allí los instrumentos de que disponen frente a la crisis son bien diferentes
en uno y otro caso. A su vez, los países que integran la Unión Europea tienen sus traumas
culturales individuales (la ocupación en la Segunda Guerra es una de ellas). ¿Cómo explicar
a sociedades que han vivido tres décadas con un déficit fiscal anual del 8% del PBI que eso
no es un derecho adquirido y que debe ser corregido?
Pero todo tiene límites y la canciller de Alemania puntualizó que Europa no sería regalada a
China. Esta es una cuestión geopolítica que se mezcla con la economía:
el rebalanceo de
la economía mundial, implica que los países ahorro excedentarios gasten más
internamente e importen por lo tanto más, contribuyendo a restablecer el equilibrio
por el canal comercial; pero también que gasten e inviertan más en el exterior.
El euro
débil atrae capitales por que genera la posibilidad de ganancias de capital. La lectura es que
entre un euro tan débil que abra la puerta a una “chinanización” de la propiedad del capital
europeo y abandonar a su suerte a algún PIIG díscolo y poco competitivo, la opción puede ir
por la segunda vía.
5.
Las economías en desarrollo parecían estar desacopladas de la crisis, después de su rápida
recuperación luego del frenazo de fines de 2008 y principios de 2009. De hecho, durante el
año 2010 el problema parecía centrarse en cómo administrar el proceso de ingreso de
fondos que fluían desde las economías desarrolladas, provocando un
mix
de tensiones
inflacionarias y riesgos revaluatorios, que llevaron a distintas políticas de las respectivas
autoridades monetarias para mitigarlos. La suba de los precios de las materias primas,
incluso las agrícolas, acompañaba esta tendencia.
Desde principios de 2011 se observó una desaceleración en el flujo de ingresos que se
profundizó a partir de mediados de año. Ello determinó que el eje de la preocupación se
trasladara al efecto de esa tendencia sobre el nivel de actividad. La percepción de
desaceleración se hizo particularmente notable en Latinoamérica, en parte porque el ritmo
de expansión previo era más moderado que el de Asia.
La crisis encontraba a algunas economías emergentes menos sólidas que en el año 2008:
déficits fiscales más altos y superávits en su Cuenta Corriente más bajos con sus monedas
más revaluadas. Esto las tornó vulnerables al aumento en la aversión al riesgo, acelerando
la salida de capitales; el EMBI pasó de 305 a 490 puntos básicos entre fines de los meses
de septiembre de 2010 y de 2011.
Para ponerlo en clave histórica, en 2010 los flujos de capital hacia las economías
emergentes llegaron a 80,3 miles de millones de dólares mientras en 2009 habían totalizado
46,3 miles de millones; hasta septiembre de 2001, es decir en los nueve primeros meses del
año, alcanzaba a 39,3 miles de millones, con la aclaración que en julio, agosto y septiembre
el ingreso se había estancado. Como referencia, en el segundo semestre de 2008 hubo
salida neta por unos 20,0 miles de millones.
Todo ello provocó la depreciación de las
monedas emergentes frente al dólar, matizada por el grado de intervención de las
respectivas autoridades monetarias para morigerar esa tendencia.
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